Uno de los aspectos clave a la hora de predecir el éxito de un implante dental está en que se produzca la adecuada integración de la pieza de titanio en el hueso del maxilar.
Este concepto se ha mantenido en el tiempo, aunque los avances, tanto en el diseño de los implantes como en las técnicas de regeneración de masa ósea, han permitido que los tiempos de intervención se reduzcan y puedan abordarse tratamientos más complejos y duraderos.
El objetivo de tratamientos mínimamente invasivos
A la hora de planificar un tratamiento, intentamos que sea lo menos invasivo posible, no se alargue demasiado en el tiempo y no conlleve muchas intervenciones. Estos objetivos se consiguen con relativa facilidad si hablamos de la sustitución de pocas piezas dentales y el paciente no presenta un gran deterioro del hueso que ha de acoger el implante.
Cuando las actuaciones van dirigidas a la colocación de muchas piezas o incluso dentaduras completas, resulta más difícil alcanzarlos. No obstante, gracias a los avances de la implantología, podemos afirmar que cada vez estamos más cerca de cumplirlos en los procesos más sofisticados.
Para lograr este propósito, es importante alcanzar cuanto antes lo que se denomina la estabilidad primaria. Es decir, que la integración del implante en el hueso proporcione funcionalidad inmediata (podamos usar los dientes con total normalidad) sin que sean necesario un tiempo de espera a que se produzca la osteointegración.
Avances en materiales de regeneración ósea
Antes, la estabilidad primaria solo se conseguía tras un período de absorción del implante por parte del hueso, al que además había que reforzar a menudo con injertos. Hoy día siguen siendo necesarios los injertos de hueso en algunos casos, pero el plazo de fusión ha disminuido por los avances en materiales de regeneración.
Estamos superando estos procesos merced a la citada mejora de las técnicas regenerativas, pero también al progreso sobre los propios implantes. Se dispone de una extensa gama de piezas, de diferentes tamaños, grosores y sistemas de anclaje, que dan respuesta a una amplia casuística de patologías.
Por otro lado, contamos con tecnologías como los dispositivos de cirugía guiada, que nos ayudan a determinar la ubicación más precisa de los implantes en la boca, de acuerdo con la morfología del paciente y la calidad de la masa ósea existente.